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  PASTOR: ALVARO BENITEZ
  IGLESIA PENTECOSTAL UNIDA DE COLOMBIA
 

HISTORIA DE LA GLESIA 
PENTECOSTAL UNIDAD DE COLOMBIA

La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia (IPUC) es una iglesia completamente autónoma (dirigida netamente por colombianos), y es la denominación no católica más grande de Colombia. Para el año 2007, cuenta con una membresía aproximada de 400.000 adherentes, 3087 pastores y aproximadamente 3200 templos y congregaciones a lo largo y ancho de la geografía colombiana. Actualmente continúa siendo la organización no católica de mayor crecimiento en el país.

La Iglesia Pentecostal Unida de Colombia abraza la doctrina de la Unicidad de Dios con sus implicaciones cristológicas y practica el bautismo en el nombre de Jesús. Por eso es considerada como parte de los pentecostales del nombre de Jesucristo o apostólicos.

El 12 de mayo de 1937 llegó al territorio Colombiano el misionero Askel Verner Larsen (de origen danés), enviado por las Asambleas Pentecostales del Canadá.

Recién llegado, el misionero Larsen compartió con los misioneros trinitarios Charles y Clara Berchtold, quienes al convencerse de la doctrina de la Unicidad de Dios, conversaron con sus seguidores que habían sido bautizados en la trinidad, y todos pidieron ser bautizados en el nombre de Jesús. Entre ellos se encontraba Maruja Correa, quien era una destacada jóven predicadora. En un solo día del mes de junio de 1937, cincuenta y dos (52) colombianos fueron bautizados en el nombre de Jesús por el hermano Charles Berchtold, en el río Servitá, mientras el misionero Larsen obserbaba como testigo. En la noche de ese mismo día, celebraron un culto en el que oraron pidiendo el poder de Dios, y el Espíritu Santo vino sobre todos ellos. Algunos recibieron sanidades. Todo esto ocurrió en una finca llamada Loma del Salado localizada en la Vereda Peña Colorada del municipio de Enciso, departamento de Santander. En aquella finca, el Espíritu Santo se derramó por primera vez en el territorio colombiano.

Los misioneros Berchtold fueron los fundadores de la Iglesia de las Buenas Nuevas que es otra de las agrupaciones pentecostales del nombre de Jesucristo más antiguas de Colombia.

El misionero Larsen, también compartió con la misionera Pearl Cooper. Ella apoyó en un principio a los Berchtold y después apoyó el trabajo del hermano Larsen. Luego ella trabajó por su cuenta en Bucaramanga, Cartagena y Luruaco. El hermano Larsen iba a realizar bautismos cuando ella se lo pedía.

En septiembre de 1941 la Iglesia Pentecostal Incorporada de los Estados Unidos, envió al hermano James Elmer Ball, quien junto con su esposa Grace Helen, realizaron un fructífero trabajo de once años en la ciudad de Bucaramananga.

Posteriormente en el año 1945 las Asambleas Pentecostales del Canadá se unieron con la Iglesia Pentecostal Incorporada de Estados unidos, para formar la Iglesia Pentecostal Unida Internacional, y esta nueva organización contribuyó grandiosamente con el trabajo misionero en Colombia.

Con dos lugares de predicación ya establecidos en el país, a partir de mil novecientos cuarenta y tres se inició una nueva etapa de la obra de Dios en Colombia. En ella llegaron a reforzar el trabajo otros misioneros: Sanford William Jhonston, Berta Carpentier, Bill Drost [1], la señorita Sallie Lemons, Rose Stevens, Eleanor Gamblin, el hermano Thompson, y Lewis Morley. Este periodo de refuerzo y consolidación del trabajo se dio hasta mil novecientos cuarenta y ocho cuando se comienza la obra en el departamento del Valle del Cauca.

En el año 1953 fue ordenado el primer colombiano al ministerio del pastorado: este fue Campo Elías Bernal. Otros colombianos que fueron pilares en la expansión del evangelio durante estos primeros años fueron Jorge Blanco, Domingo Zuñiga Cortés, Eliseo Duarte [2], Cristóbal Opino, Portolatino Hernández, Jaime Barranco, José y Santiago Hernández, Rafael Benavides y Reinaldo Celis, Alberto Clavijo, etc.

Durante esos primeros años, estos predicadores experimentaron una creciente persecución, debido al sectarismo religioso que experimentaba el país.

«En ese tiempo no se podía decir que uno era cristiano evangélico porque lo cogían la casa a piedra o se la quemaban… se habían inventado esa canción que decía: no queremos protestantes que nos vengan a Colombia a corromper. Nos insultaban, nos escalabraban con piedras, nos pegaban, nos empujaban; mi mamá tenía que irse al mercado, porque en las tiendas no nos vendían nada por ser “protestantes”; no querían nada con nosotros.»

Entrevista a Aquiles Moreno y Doris Moreno, relatada en el Libro Una Historia que no Termina. Hernández David, Forero Eduardo. Editorial La Buena Semilla.
 
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